Moroso por un día (supuesto)

http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/historias-de-una-escalera/2015/08/20/moroso-por-un-dia.html

A Gregorio, el administrador de la comunidad de vecinos de La Colmena, no le salen las cuentas. La culpa, como siempre, de los morosos. Los hay que no pagan porque no pueden, pero también los denominados profesionales: morosos por devoción. Sí, aquellos que fardan de Mercedes y de vacaciones en Ibiza pero tienen su casa sin barrer.

En La Colmena, Paquita ha descubierto al menos a dos vecinos que son morosos profesionales: Julián, el vecino del Ático B, un señor que siempre va vestido como un pincel y, según cuentan los corrillos, trabaja, valga la ironía, como cobrador de morosos, y Asunción, su vecina puerta con puerta, o mejor dicho ático con ático, funcionaria, que abusando de la ironía, atiende a sus convecinos en Hacienda.

Saber qué vecinos son morosos es sencillo; basta con leer las actas de las juntas de propietarios. Julián debe 2.000 euros, Asunción 3.100. Pero descubrir que, si quisieran, podrían pagar y atender sus obligaciones como el resto de los propietarios, no es tarea fácil si en su comunidad no hay alguien como Paquita, la «rastreadora» de La Colmena como ya la empiezan a conocer en las comunidades aledañas.

Es sábado. Julián invita todos los fines de semana a un compañero de trabajo a jugar al pádel en una de las pistas que hay en la comunidad. Paquita no pierde ripio. Es más, tiene ya pillada la hora en la que comienzan a «padelear». Reconoce que le gusta seguir los partidos aunque últimamente no es una fiel seguidora: «Cada vez me cuesta más ver cómo Julián vive como un marajá a costa de los demás«, le confiesa a Don Pedro, el presidente de la comunidad. «¿No podemos hacer nada? ¿No se le puede prohibir que utilice las instalaciones deportivas de la comunidad?», insiste Paquita. Y termina enojada: «Al igual que a todos nos gustaría ser ricos por un día, ¿se imagina que todos nos convirtiéramos en morosos ese mismo día? ¿Cómo funcionaría la comunidad?».

Es lunes. Teléfono en mano, Don Pedro contacta con el administrador de la comunidad, Gregorio, a quien traslada el septuagésimo enojo de Paquita. «Lamentablemente la comunidad no puede sancionar a un propietario, ya que esta facultad sólo está reconocida a la administración pública«, explica el administrador. Por lo tanto, Julián no puede ser privado de un servicio común de la finca, como es la pista de pádel o la piscina, ni tampoco ser multado por no pagar religiosamente.

Sin  embargo, no todo está perdido. Según la Ley de Propiedad Horizontal, no sólo la comunidad puede impedir al propietario moroso votar en la reunión de vecinos, sino que también está capacitada para iniciar un procedimiento judicial de reclamación de deuda por razón de la cuantía. Eso sí, recomendó el administrador, hay que actuar cuanto antes y no dejar que un moroso ocasional se convierta en profesional.

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